Comentario
Hacia el 3000 a.C. los templos sumerios son dotados con escuelas, llamadas edubba o "Casa de las tablillas", en las que recibían instrucción los sacerdotes. Con el paso del tiempo, estas escuelas restringidas para el personal del templo fueron abriéndose y haciéndose más seculares, pues cualquier persona que cumpliese los requisitos solicitados podía acceder a ella y la instrucción que se daba no era sólo religiosa y administrativa sino general.
La enseñanza en Sumer y Acad se estructuraba en dos escalones, elemental y superior. El primero de ellos tenía a su vez dos niveles: uno primario, en el que se enseñaban al alumno rudimentos básicos -lectura, escritura, vocabulario, principios de aritmética y geometría-, y otro secundario -en el que se estudiaban textos religiosos, redacción, matemáticas, botánica y medicina-. Los alumnos aprendían estas materias mediante unos textos redactados por los profesores en tablillas de barro. Éstas se almacenaban en jarras de arcilla o estanterías. La enseñanza primaria duraba hasta la adolescencia.
La enseñanza superior se impartía en centros especializados y se prolongaba hasta la madurez. Las materias que se enseñaban eran más complejas, como ciencias, astrología, matemáticas, cirugía y farmacia.
Desconocemos si a la escuela acudían las mujeres, aunque sí se sabe que en Sumer y Acad nacieron las primeras poetisas de la historia. En las escuelas existía personal especializado. El profesor era llamado ummia o adda edubba -"experto" o "padre de la Casa de las tablillas", respectivamente. Había profesores auxiliares, de dibujo, vigilantes y hasta un encargado del látigo, con la misión de imponer disciplina. Los alumnos -dumu edubba, "hijos de la Casa de las tablillas"- debían hacer deberes y comportarse con rectitud para no recibir el castigo correspondiente, generalmente corporal.